Como  a uno le encanta el marketing y la logística gastronómica cuando uno lee conceptos como Fast Casual, Fine Dining o Fast Food le pica la curiosidad e intenta averiguar a qué se están realmente refiriendo los estudiosos «sajones» al respecto y uno llega a la conclusión de que «unos ganan la fama y otros cardan la lana».

Y ¿por qué digo esto?, pues por la sencilla razón de que en nuestro país estos conceptos se llevan realizando desde hace muchos años, pero aquí nadie había establecido la teoría al respecto.

Vamos que nos ha pasado como con el submarino y el helicóptero -nuestros Isaac Peral y Juan de la Cierva-, que los inventamos nosotros, pero los vendieron mejor otros. Y así vamos a traducir los conceptos y sus equivalencias en nuestro país:

  1. Fast Casual: mezcla de Fast Food y de Casual Dining, o lo que es lo mismo te atienden con rapidez, pero sin mermar la calidad del producto. Aquí se sirven hamburguesas, sushi, comida mexicana,… Bueno aquí hemos tenido siempre nuestro bar de tapas y raciones en las que servimos los chopitos, calamares a la romana, callos, tortilla española, …
  2. Fine Dining reinventado: Viene a ser en teoría lo que fue El Bulli en servicio, carta y precio. Pero bueno aquí siempre hemos tenido restaurantes de alto copete con cierta influencia gabacha que te desespinaban el pescado o que te flambeaban el souflé en tus narices – aunque bien es cierto que algunas veces en vez del aroma a azucar tostada aparecía el olor a pelo charruscado, tuyo o ajeno, eso sí a precio de «desfibrilador»-.
  3. Fast Food:  restaurantes de comida rápida a precios super-reducidos. ¡Pero si aquí teníamos de toda la vida las casas de comidas con su platito de lentejas con chorizo y su cochinillo cuchifrito con pan, frasca de vino o agua y postre de la casa por precios más que asequibles!.

Pero esta vez vamos a ser nosotros los que nos adelantemos a ellos y establezcamos un concepto de cocina que ellos desconocen: la «Traditional Food» -lo pongo en su idioma para que lo entiendan mejor- y que para nosotros no deja de ser la cocina tradicional, la cocina de la abuela, vamos.

Ensalada de Lentejas con perdiz escabechada

Porque, ¿qué se puede esperar de países que no cuentan con tradición gastronómoica?, pues que desarrollen una teoría en la que falta la base, la cocina con tradición, con historia, y esa sí la tenemos nosotros.

¿Cómo que es un error?. A ver, tú. Sí, el que lleva desde el inicio del post yendo y viniendo a la pestaña de su twitter para ver si tienes alguna novedad, ¿podrías decirme qué platos tradicionales tienen los norteamericanos o los británicos?

Bueno, sí, ya, pero ni la hamburguesa ni el perrito caliente me valen porque son platos llevados por los emigrantes alemantes -por cierto no hay cosa más odiosa que comer una hamburgesa y no saber por dónde te va a chorrear el ketchup o la mostaza, o por dónde se va a escapar la lechuga o el tomate-.

El pavo del día de Acción de Gracias te lo acepto, pero dónde esté un capón de Vilalba en pepitoria, ¿eh, bribón?. Y la ¿tarta de qué, de ruibarbo?. ¡Ángelamaríabendita lo que come el personal «infiel»!. Además eso es un plato de origen ruso y además ¡laxante!.

Y de sus parientes británicos qué, ¿algún plato tradicional?.

Bueno, yo te puedo indicar el que veo todas la mañanas en mi descanso veraniego en Guardamar del Segura y por el que me tengo que tomar un Almax sólo verlo: huevos fritos con bacon y unas alubias pintas, que según me han contado son dulces.

¡Alma de Dios!, pero ¡si con este plato no me extraña que Adriano construyera un muro para evitar que los Pictos le llenaran de franquicias el Imperio!.

¡Si Caius Apicius levantara la cabeza y viera que hemos sustituido sus «sardinas en papillote , sazonadas con menta, comino, pi­mienta y miel, envueltas en hojas de higuera y hechas al calor de la estufa» por unos vulgares fish and chips!, eso sí, desestructurados.

Garbanzos de Pedrosillo con callos de ternera.

Y lo peor de todo es que como mancha de aceite que se extiende de forma imparable, nuestas murallas de gastronomía tradicional, sana, mediterránea, basada en el producto, están siendo derribadas a pasos agigantados por una forma de comer -pongale ustede el peyorativo que considere oportuno- basada en la inmediatez, en el «antes llenar el buche» que en el propio disfrute, en comer con las manos y ponerte la boca como si te hubieras maquillado de payaso, llena de sabores artificiales que hace que las nuevas generaciones -a parte de no saber freir un huevo- no retengan en su cerebro algo tan importante para transmitir como es nuestra cultura gastronómica.

¡Con lo rica que está la cocina del chup, chup!.

Y si usted no está de acuerdo pues ¡manifíestese!.

Fotografías cedidas por el Restaurante El Candil de Salamanca

Spread the love