Al igual que está sucediendo con las tiendas de ropa de toda la vida que están siendo sustituidas por franquicias, nos encontramos con que los bares-colmados están siendo aplastados por la aparición de franquicias que dan sentido a la globalización, pero conminan al consumidor al aburrimiento ya que, al igual que puedes encontrar lo mismo en Zara Salamanca que en Zara Alicante, tomarás lo mismo en 100 Montaditos Salamanca que en 100 Montaditos «dónde sea» -sustituyan ustedes esta franquicia por la que deseen, invita la casa-.

Seguramente se volverá a ellos, las modas se repiten, y nos aburriremos de sitios sin trato con el personal en el que sólamente cruzas dos palabras con él, o ni eso, ya que en algunos de estos «inventos sajones» a lo máximo que llegas es a darle un papel al camarero -en este caso mero «porteador»- con la lista de tu pedido y a pagar.

¿Qué dónde está la consumición?. Pues en mi primera visita -y posiblemente última- a uno de estos «todo a 100» -100 clases de bollitos, 100 clases de ensaladas, 100 clases de combinaciones y ¡todo a 100 por hora!- sentí que estaba más en una estación -póngale ustedes de autobús, de metro o de tren, depende que lo que más usen- que en un bar, ya que se nos avisa por megafonía de que nuestro pedido está listo y podemos pasar a retirarlo -cual receta magistral- a través de una ventana acristalada.

¿Asepsia? ¡off course!, pero oiga qué cosa más fría.

Con la alegría que supone escuchar al camareo pasar el pedido a cocina. ¡Ese Emilio Laguna insuperable!: ¡Una de bravas, dos de calamares, una de chopitos, media de callos y dos copas de vino de la casa! o al camarero sátiro pidiendo: ¡una de fisonomía -léase jeta o careta de cerdo-, dos de manitas de ministro -mantas de lechón-, una de picadillo de Tejares y media de patatas «meneás»!.

Ahora te acercas, dejas tu pedido, lo anotan en el ordenador, te sale la minuta, la liquidas y te dicen que esperes a que te llamen para recoger la «manduca».

¡Mario, por favor, ya puede recoger su pedido!, retumba por todo el local, con lo que todo el mundo me mira y sabe que me gustan más los bocatines de atún que los de chistorra. ¿Aquí no se tiene qué cumplir la ley de Protección de Datos o el derecho a mi intimidad?

Será rápido, ágil, eficiente, pero sin glamur, y eso le resta encanto ¿o no?

Spread the love