Despues de 15 años visitando la costa alicantina todos los veranos he llegado a desarrollar la teoría de que el avistamiento reiterado de grandes depredadores marinos a nuestras costas se debe a la falta de alimento: ¡Nos estamos comiendo todos los chopitos del Mediterráneo!.
Y oiga, si el escualo de turno no encuentra uno de sus platillos favoritos, qué menos que acercarse más a la costa en busca de perniles con los que espera saciar su apetito.
Seguramente surgirán distintas teorías al respecto desarrolladas por sesudos investigadores de departamentos de oceanografía o biología animal, pero sólo hace falta ver lo que come el personal en los chiringuitos de la playa para asentar los pilares de mi teoría.
La verdad es que a lo largo de estos años no se ha desarrollado mucho la oferta gastronómica de la zona, y tal vez no hiciera falta, habida cuenta de la buena respuesta por parte de la clientela, pero tal vez se podría haber mejorado en la calidad y presentación de las frituras.
Hay veces que cuando veo las fuentes que se sirven -de distinta superficie y calado- me vienen a la cabeza la imágnes del fogonero del Titanic o de Groucho Marx gritando «¡más chopito, más chopito!». Y no les digo nada cuando imagino cómo se ha elaborado la fritura en la que en la mayoría de los casos, por cierto, el aove ni está, ni se le espera, dejando al producto «cocido» en vez de frito y sin ese toque «crujiente» por fuera y jugoso por dentro que da al producto el aceite de oliva.
Con todo ¡qué ustedes tengan buen verano y mejor fritura… de chopitos!.
Comentarios del personal