Buenos, pues con esta última reflexión cerramos el ciclo sobre el ansia cultural en torno al vino que se palpa en nuestro alrededor.

No todo va a ser comentar vinos, también es bueno reflejar sensaciones, como las que sentí hace unos días en varias catas.

La primera era una cata de iniciación a vinos de la Borgoña en la que nos presentaban dos blancos, uno aligoté y otro chardonnay, y tres tintos, pinot noir ¡faltaría plus!.

Mesa de cata preparada para 15, si no conté mal. Precio ajustado si tenemos en cuenta que a parte de los vinos había un lunch frío -posterior a la cata- y además la persona que impartía la presentación venía de fuera de Salamanca.

¡Panorama desolador!.

De las 15 personas que habían confirmado su asistencia -la cata era en el local de un buen distribuidor de Salamanca que ha abierto enoteca hace muy poco- sólo nos presentamos 10 personas, y de esas, 6 formamos parte de un grupo de cata -conocido en el bajo mundo enológico como «enolobby charro»-, del resto, dos acababan de abrir un restaurante, y los otros dos eran aficionados con ganas de descubrir qué había allende los Pirineos.

La segunda era la presentación por parte de un enólogo de sus nuevos vinos. ¡Lujazo!. Vinos de la Ribera del Duero con personalidad, alejados de los estándares al uso. ¡Media hora de retraso para ver si pasábamos de más de 4 personas!. Al final llegamos a nueve más el propietario de la enoteca.

Si a eso añadimos que a algunas personas a las que se les había comunicado la existencia de la cata y que asustados habían huído despavoridos después de comentarles el distribuidor que había que pagar por ello, llego a la triste y desoladora conclusión que el ampliar la  cultura del vino al común de los mortales les importa realmente poco o nada.

¿Es por que estamos en provincias?, ¿tendrá algo que ver el estar asentados en el nucleo paleozoico dentro del olvidado oeste?, ¿pueden influir los genes de indivíduos descendientes de repobladores medievales?, ¿al común de los mortales que toman su chato todos los días -o casi- lo que quiere es seguir consumiendo su vino de toda la vida y que no le saquen de ahí ni le cuenten milongas de mencías, pinot noir, chardonnay, prieto picudo, rufete, juan garcía, …?

Hay veces que cuando leo los comentarios o las crónicas de aquellos que se acercan a otras zonas -les recomiendo la serie sobre Les Grand Jours en el blog de Borgovinsl – me crece la envidia malsana y la constante preguna de ¿por qué aquí no es posible? ¿o sí?

Ya se han leído el recorrido por les Grand Jour, bueno pues ahora, saliven conmigo.

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