La verdad es que de la misma forma en que se ha producido una revolución en la técnica y en la ciencia aplicada a la gastronomía -y podemos disfrutar de una tortilla de patatas en copa o de unas falsas palomitas elaboradas con nitrógeno líquido- estamos asistiendo al mismo proceso en cuanto a la presentación de las cartas de vinos.
Así hemos pasado de aquellas con un estilo de pergamino o las que te realizaban las propias bodegas o distribuidores con varias fundas de plástico -y de paso el 90% eran vinos tanto de la bodega como del distribuidor- a tener un «tocho» en el que se incluían las más de «tropecientas» referencias del local al uso y que en caso de caída la integridad de tus juanetes corrían un serio peligro, o, últimamente, a las cartas tipo «ipad» en las que podemos incluir todas nuestras referencias con indicación de la zona, la bodega, el tipo de uva o el mejor maridaje, con lo que si en la elección del vino se solía tardar una media de 5 minutos con este sistema pasamos de la comida a la cena sin ruptura. Y no sólo eso, sino que, sí antes esperabas mesa tomando una copa de vino en la barra antes de entar en el comedor, ahora recibimos unas nociones previas de cómo utilizar un artilugio en el que lo mismo lees la prensa que miras a ver qué tiempo va a hacer o revisas tu correo.
Y si no vean, vean piquen aquí y vean cómo funciona.
Y no se pierdan el último «berrido de la jungla» ya que la última carta «futurista» que ha caído en mis manos ha sido una en la que incluye una breve información sobre le vino (léase nombre, bodega, zona, uva y precio) y al lado aparece una código QR. ¿Mande?. Sí, ahora colocas tu movil sobre el código y en tu teléfono accedes a todo el proceso, elaboración y maridaje del vino en cuestión.
Si D. Hilarión vaticinaba que las ciencias adelantan una barbaridad y Julio Verne era un visionario futurista que hablaba de submarinos o viajes a la Luna, no ha mucho tardar podremos ver platos con un código de barra o un código QR en el borde en el que pasando un lector o el movil nos dirá hasta el número que calza el cocinero.
Y no piensen que exagero. Si vemos cómo avanzan las creaciones robóticas en breve tendremos a un R2D2 en guapo que leerá el código X que aparece en la carta de platos y nos indicará el mejor vino para maridarlo, además de servirlo a su temperatura de servicio óptima por medio de un proceso de enfriamiento controlado por las propias manos del humanoide y que nos dirá a través de un lector de barrido si el vino se encuentra en buenas condiciones, si tiene notas de reducción, si se decanta o no,…
Aunque lo más preocupante sea que al final tengamos todos un microchips incorporado en el que, al igual que un lector de alarmas del super, sabrán nuestros gustos y al entrar en el restaurante el androide que se encuentre detrás de la barra ya nos tenga preparado el blanco de Rioja del 64 que tanto nos gusta.
Lamentablemente cuando llegemos a este extremo los sumilleres del mundo gritarán: Ave Baco, morituri te salutant!
Así que griten conmigo ¡hasta el infinito y más alla!.
Mario, me da igual… como no tengo móvillllll. Así que del rioja/ribera no salgo que me pierdo!!!!
Un saludo. Paco.
Paco, tú si que sabes ;).
Pues si el vino sigue sabiendo a vino, bien venidas sean estas nuevas tecnologías, nunca es de más tener toda la información del vino que vamos a disfrutar, pero yo prefiero que me lo cuente el responsable del restaurante, ¡¡¡ será que soy un romántico !!!!. En mi tienda tengo toda clase de estos artilugios del diablo, pero prefiero atender a mis clientes.
Un fuerte abrazo desde la Vinoteca Mayor 22 de El Barco de Ávila.
Lo primero, bienvenido José Manuel y gracias por participar en este humilde blog.
La verdad es que yo también soy un romántico y por eso quizás ese «enfriamiento» a la hora de tratar con esta serie de artilugios pues le quita ese contacto humano con el sumiller -cuando lo hay, que ese es otro tema a tratar-.
Entiendo que a vosotros como tienda os facilite mucho la labor a la hora de dar información, pero, como indico en el post, en un restaurante puede complicar más la decisión a adoptar cuando te presentan un ipad lleno de información que tal vez haga dilatar tu decisión sobre el vino a tomar.
Ah, ni no me eches la bronca, que ya se que tenemos una cita pendiente para despacharnos unas alubias de El Barco de Ávila como Dios -yo sigo escribiéndolo con mayúsculas a pesar de la RAE- manda, y espero que sea más pronto que tarde.
Abrazotes.