A pesar de que nos encontrábamos, según los meteorólogos, dentro de un una ciclogénesis explosiva, mantuvimos la convocatoria de la segunda y última cata vertical de la bodega Viñedos del Cámbrico, esta vez en su variedad tempranillo, aunque a petición de Alberto, enólogo de la bodega, se recató el Cámbrico ’04 de rufete.
Los vinos se decantaron para que se airearan y evitar, en lo posible, las notas de reducción, algo que no en todos se consiguió.
Con el fín de no repetir las característica de la zona, plantación, … remito a los lectores al post inicial sobre la cata vertical de Cámbricos rufete.
Bueno pues a pesar de la preocupación de que los elementos atmosféricos en los que estabamos inmersos influyeran en los vinos y en cierto estado de nerviosismo de algunos participantes sobre la evolución de un equipo de fútbol que se jugaba el pase a la final de la copa de Europa comenzamos a disfrutar de unos vinos que podemos considerar únicos por el terruño en el que están enlavados y por la tipicidad de unas cepas, algunas de ellas endémicas -como la rufete- y otras, como la tempranillo, con una perfecta aclimatación al terruño conseguida a lo largo de los años.
1.- Cámbrico 2002, el primero.
La vendimia se realizó el 3 de octubre. Despalillado manual, maceración en frío, fermentación a baja temperatura y maloláctica en barrica de roble del Cáucaso. La crianza fue de 14 meses en barrica de roble del Cáucaso de 225 litros. Producción 1.500 botella.
Cata:
Muestra un color picota de capa media y lágrima fina. En nariz se muestra cerrado en inicio con notas de reducción. Una vez aireado muestra notas de fruta roja, mentolados, balsámicos, notas de almizcle -que perdurarán-, sutiles hinojos y apuntes minerales de grafito. Complejo. En boca destaca por una excelente acidez, pelín secante, sedoso y con buen recorrido, y con un ligero amargor final.
Vino que evoluciona comenzando por una curva en la que desarrolla aromas primarios y terminan predominando las notas terciarias.
2.- Cámbrico 2003. La primera añada cálida.
La vendimia se realiza el 18 de septiembre. El cambio con respecto al anterior es que la maloláctica se desarrollará en roble francés durante 14 meses y barricas de 225 litros. Producción 1.763 botellas.
Cata: Picota vivo con lágrima fina y algo más de capa que el 2002. En nariz ligeras notas de reducción, fruta roja, arándanos, notas balsámicas y especiadas, vainillas sutiles y tofe. En boca se muestra envolvente, con más volumen y estructura en el que las notas balsámicas -regaliz- predominan. Excelente acidez con unos taninos sedosos.
Resaltar la buena elaboración y los resultados obtenidos en una añada tan complicada como fue la 2003.
3.- Cámbrico 2004. Elegancia y frescura.
Se vendimia el 18 de septiembre manteniendo los mismos criterios en cuanto a elaboración y envejecimiento que el 2003. La producción fue de 1.152 botellas de 75 cl. y 75 magnums.
Cata: Picota de capa media aunque muestra más intensidad que los anteriores. Lágrima fina. En nariz se muestra huraño al inicio dando paso a notas de fruta roja, tofe, tabaco rubio y regaliz. En boca se muestra elegante, redondo, envolvente, largo y sedoso, a la par que fresco gracias a su buena acidez.
Un excelente vino.
4.- Cámbrico 2005. Añada calida y seca.
Se vendimia el 6 de septiembre. La elaboración se realiza en barricas de roble francés de 300 litros durante 18 meses. La producción fue de 1.152 botellas de 75 cl. y 29 mágnums.
Cata: El color sigue siendo homogéneo en toda la cata: picota de capa media y lágrima fina y densa. En nariz se muestra con notas de reducción inicales siendo necesaria más aireación para que se abriera dando lugar a aromas de fruta roja -naranja sanguina-, balsámicos y lácteos. En boca mantiente la máxima de la bodega con una buena acidez un paso de boca sedoso, elegante y en definitiva «adictivo».
5.-Cámbrico 2006. Primera elaboración en la nueva bodega.
La vendimia se realiza el 7 de septiembre y la crianza en barricas de roble francés de 300 litros durante 22 meses. La producción fue de 2.160 botellas de 75 cl. y 172 de magnums.
Cata: En vista mantiene las mismas características de sus hermanos anteriores. En nariz notas iniciales de chucrut que van dando lugar a especiados, higo seco, curry, fruta roja, balsámciso y notas minerales. Complejo. En boca se muestra sedoso, largo, goloso y con un retrogusto de nots frutales, chocholate -coulant de chocolate- y una excelente acidez.
6.- Cámbrico rufete 2004. Recatado.
A petición de Alberto, el enólgo de la bodega, propuso recatar el rufete 2004 ya que en la vertical anterior esperaba más de él y deseaba darle otra oportunidad. Y dicho y hecho.
Cata: Muestra una vista de color picota de capa media con menisco ligeramente atejado y lágrima fina. En nariz notas de frutas rojas en licor, apuntes terrosos, toques sutiles de vainilla, monte bajo. En un segundo momento se percibe cómo el licor baja de intensidad y predomina la fruta roja, los lácteos -yogur de fresa, caramelo de nata de fresa- y el cacao. En boca muestra excelente acidez, cálido, con tanino sedoso, de buena intensidad y recorrido medio. Goloso.
Para alguno de los miembros del grupo la definición aromática final del rufete era de «chicle bazooka» -para menores de 40 años buscar en Google-, es decir fresa con ese añadido de acidez que le da frescura al vino.
Conclusiones:
A diferencia de los rufetes los vinos elaborados con tempranillo, aún siendo menos sutiles en nariz -que no por ello menos complejos-, muestran más cuerpo y estructura. Destacar la añada 2004 -al igual que le sucede a la 2004 de rufete- como la más compleja de todas, aunque sin desmerecer la complejidad y buena estructura de dotas ellas.
Al igual que los rufetes son vinos de guarda que evolucionan bien en botella aunque es necesaria una buena aireación previa para que desaparezcan las notas de reducción iniciales.
Y como no sólo de vino vive el hombre en La Cocina de Toño nos presentaron una serie de platos para acompañar con los buenos vinos de la cata destacando un excelente solomillo de ibérico a la plancha acompañado de unas patatas meneadas con su torrezno que quitaba el «sentío».
¡Salud y buen provecho!
Tengo en mi blog una cata del 03, sorprendente. En la música del vi probé 06, me gustó pero aún es pronto.
Ayer probé su básico del 10 y aunque no soy tan exigente con un vino de 10 €, no me gustó mucho, muy pesado.
Jorge, si te gustó el ’03, el ’04 está que se sale. Para mí el mejor de toda la serie, aunque haciendo meritoria mención al resto de los tempranillos, incluso aquellos en los que la añada fue muy complicada en cuanto a maduración, climatología,… Ahí es dónde se ve la mano del buen profesional. Al ’06 le falta botella, pero las hechuras son muy buenas.
Aprovecho el comentario de Jorge para hacer el mío.
Los Tempranillos mucho mas homogéneos que los Rufete, donde las diferencias entre añadas se hacían mucho mas evidentes. En global a mi me gustaron mas los tempranillos, aunque como dice Mario el Rufete 2004 de esta cata estaba espléndido, mucho mejor que el de la vertical.
Como dijo Alberto, cuestión de gustos, y parece que la Rufete y yo no nos tenemos cogido el «feeling».
Con respecto al básico, Viñas del Cámbrico, estoy un poco de acuerdo con Jorge, es un vino potente al que le falta botella. Sin embargo el Lunes bebimos un botella y no lo encontré excesivamente pesado, quizás por que aquí estamos mas acostumbrados a los caballos desbocados de Toro y Ribera. Ahora mismo hay que tener cuidado con la temperatura y la aireación, algo difícil en la hostelería que es donde lo he bebido normalmente
Yo definitivamente sigo apostando por la Sierra, llámese Rufete, Tempranillo o lo que sea.
Por cierto, el solomillo espectacular, ¿Estaba adobado?
César, creo que vamos en el mismo sentido, aunque a mí la nariz de los rufetes me sigue pareciendo sorprendente -sobre todo en cuanto a intensidad y duración, y para muestra ese ’04-. Tal vez no tengan la «visión de conjunto» que tienen los tempranillos, ni las hechuras y homogeneidad, pero esa nariz… como el natural de Curro Romero, lo demás «sobra» ;).
Creo que en cuanto se consiga -si es posible- darle a los rufetes una estructura más global -la «visión de conjunto» o el equilibrio de sensaciones, de la que hablaba antes-, acabarán siendo uno de los mejores vinos de este país, EMHO, claro.
El problema Mario es que si los enólogos del Cámbrico saben hacer bien su trabajo (los tempranillos lo demuestran), ¿no será que la Rufete es demasiado complicada de entender? Si esto fuera así los de elmundovino tendrían parte de razón en su análisis y también explicaría el abandono histórico de la rufete en la sierra.
Con los vinos de la sierra siempre, con la excepción de esta cata, tengo la sensación de que hay mucha variabilidad entre añadas y eso hace que un vino que me gustaba, deje de gustarme de una año para otro.
Cuando me refiero a pesado, me refiero a que despues de la segunda copa no puedo mas. Aunque necesite mas botella no creo que víñas del cámbrico vaya a dar mas de si.
Y con la Rufete o la tempranillo, yo creo uno de los detalles de grandeza de ese vino a parte del terruño, la vejez de las viñas y la forma de trabajarlas, es la altitud, creo que ese es su «detalle».
No entro si mejor tempranillo o rufere, como consumidor simplemente con que exista la rufete, se trabaje y de estos resultados ya me parece mas interesante a priori que la tempranillo. Luego hay que abrir y comparar a ver cual gusta mas pero no llevo muchas añadas probadas para emitir un juicio de valor.
Y ya que estoy, recomendaria a los de Cámbrico que contesten a los mails que les envián sus consumidores, que no todo es hacer vino.
He tardado en contestar pero aquí m tenéis.
En cuanto a la vertical de Rufete y Tempranillo creo que ha dejado claro que en esta Sierra se pueden hacer buenas cosas, sólo tenemos que aprovechar los grandes recursos naturales que tenemos, desde clima y suelos hasta unas variedades casi desconocidas para la gran mayoría.
Los vinos cada año demuestran su carácter y yo creo que es lo interesante, que cada añada sea diferente demuestra que la que tiene el poder es la viña que es donde se hacen estos vinos.
El Viñas del Cámbrico 2010 es un vino en ciernes, marcado por una potencia que le da la mayor proporción de tempranillo y por un aporte de un 30 por ciento más o menos de viña de entre 5 y 10 años que todavía no da la elegancia, frescura y complejidad que podemos encontrar en los Cámbricos, pero todo se andará, es su primer año y con la experiencia iremos puliendo detalles.
Gracias por todo,
Alberto Martín