Una vez rota la «rutina blanca» con mi incursión en la Demencia tinta vuelvo de nuevo a sumergirme en el inmenso mar de los vinos blancos con un sauvignon blanc que, como caravana en el desierto, está fuera de las «rutas comerciales» en cuanto a los sauvignon en general, pero eso lo explicaré más adelante.
Elaborado por Herederos del Marqués de Riscal dentro de la D.O. Rueda y con una fermentación durante 20 días en depósito de acero inoxidable a temperatura controlada entre 13º y 16º en contacto con lías.
El vino muestra un color amarillo pajizo con menisco alimonado-verdoso y presencia de finas burbújas de carbónico que desaparecen en agitación. Limpio y brillante, y con lágrima fina. Bonito.
En nariz me sorprende, y aquí retomo el por qué es un sauvignon fuera de las «rutas comerciales». Como casi siempre que pruebo un vino elaborado en esta zona y con esta casta, la nariz, simple y llanamente, empalaga y en este caso muestra matices de cítricos (pomelo), piña, ligeros minerales (¿caliza?), flores blancas, apuntes herbáceos y fruta blanca madura (pera). Las notas «tropicales» son sutiles, no predominan y sobre todo no cansan.
En boca cuenta con muy buena acidez. Se muestra fresco, equilibrado, ligeramente untuoso, con una retronasal en el que las notas cítricas vuelven a predominar junto con un ligero amargor final que animan a seguir disfrutando.
Realmente disfrutable. Otra cosa es que estemos todos dispuestos a pagar los 9€ que aproximadamente cuesta. En mi caso, sí. El disfrute supera al «sacrificio».
Comentarios del personal