Hace unos días tuve el la ocasión y el placer de ser invitado para asitir a la presentación de los vinos de la D.O.P. Sierra de Salamanca en un acto que viene siendo ya una cita ineludible para aquellos a los que no sólo disfrutamos del buen vino, sino que a la vez vemos cómo ha ido evolucionando una zona como es la Sierra de Francia en Salamanca partiendo de uvas autóctonas tintas como la rufete acompañadas de tempranillo o tinta Madrid, o garnacha, y descubriendo el potencial de uvas blancas como la macabeo o la pedro ximenez,y otras aún huerfanas de nombre pero que no me cabe la menor duda que darán que hablar en manos de profesionales y amantes del buen hacer. Y para muestra recordar un par de catas realizadas por el «eno-lobby charro» en torno a las castas tempranillo y rufete con las que se elabora uno de los vinos «top» de la zona, Cámbrico.

Pero centrémonos en el acto en sí.

La verdad es que cuando el acto es abierto al público en general no suelo analizar los vinos que se presentan -ni es el momento, ni la ocasión- y pasa a ser un acto meramente social y promocional, de ahí que no acabe de entender cómo algunos elaboradores presentan vinos prácticamente recién embotellados y no comprensibles para la gran mayoría de los asistentes.

Entiendo o creo que se debería de entender que si es un acto para promocionar el consumo de sus vinos se habrían de presentar elaboraciones para el disfrute inmediato, que sean sutiles y agradables, redondas, … En una palabra, estamos buscando a un consumidor final que no entiende mucho de acidez, estructura, tanicidad o extracción.

¡Sírvame un vino!. Eso es lo que busca el consumidor final, un vino directo, agradable, que le deje buen sabor de boca, recorrido y sobre todo que pueda recordar, pero no por su astringencia, tanicidad, desdequilibrio fruta-alcohol o cualquier otra «milonga» que le podamos contar aquellos que tenemos una ligera noción sobre el tema.

Comprendo que haya elaboradores que siguiendo el deseo de agradar al consumidor presente sus últimas elaboraciones, pero creo sinceramente que este no es el sitio.

Con todo, y en base a los vinos que probé destacaría, para tomar dentro de un par de años Calixto 2010, de Bodegas y Viñedos Ronchal. En mi opinión un vino a seguir, de capa alta, serio, con estructura, acidez y tanicidad. Aún muy duro y con la madera muy marcada, con una fruta y una madera haciendo la guerra por su cuenta, apuntes  lácteos, pero con esas notas que hacen de él un candidato a un buen vino. Lástima que su elaboración sea casi testimonial.

La vieja Zorra 2010, de Bodegas La Zorra. Intersante vino que aún no ha salido al mercado y probamos en primicia. De precioso color rubí y capa media-alta, más inmediato que el anterior, con una madera presente pero no tan marcada como en Calixto, no tan agresivo, con menos acidez y más sutil, pero también con unas buenas perspectivas en cuanto el vino se redondee y se ensamble.

Viña Salamanca rosado 2011, de Bodegas Valdeáguila, rufete-tempranillo. Elaborado sobre lías. Precioso en color, glicéricio y untuoso en agitación con una lágirma fina y densa. En nariz fruta roja, regaliz, punto mineral, notas golosas. En boca, siempre y cuando se mantenga la temperatura por sobre los 15º, se muestra fresco, frutal, serio y con untuosidad. El único «pero», esos 14º que hacen que en cuanto coge la temperatura corporal sientas el calor en boca.

De los Cámbrico, está todo dicho en los enlaces anteriores. Y he de reconocer que sigo estando enamorado de ese rufete 2004 que está ahora realmente excelente.

Con tanto personal y en ausencia de escupideras -no en vano casi todos iban por los 14º o más- me quedaron vinos por probar, aunque espero que la DOP tenga a bien convocar a una presentación para profesionales y así poder catar más profundamente los vinos.

Se presentaron vinos de las bodegas que forman parte de la Denominación de Origen Protegida: Cámbrico, Vinos La Zorra, Bodegas y Viñedos Rochal, Cooperativa San Esteban, Bodegas Valdeáguila y Bodegas Antonio Aparicio.

¡Ah, y antes de que se me olvide!. Puede que no les guste el vino, pero de todas formas les recomiendo que por lo menos disfruten del Parque Natural de Las Batuecas y Sierra de Francia. No se arrepentirán.

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