Tuve el placer de estar en la última visita de Germán R. Blanco en Salamanca y poder disfrutar de los vinos que elabora en la Ribera del Duero con su Milú a la cabeza, algo que siempre es un placer.
Elaborador de 75.000 botellas al año de viñedos con una edad que oscila entre los 35 y los 150 años, vendimiando parcelas por separado y elaborando cada una de ellas también por separado. Realiza la maceración en frío y bazuqueos, con una adición mínima de sulfuroso y no hace ni filtrados, ni clarificados ni estabilizaciones sobre sus vinos.
Pero vamos con los «Milús»
1.- Milú Roble, 2011
100 % tempranillo. Elaborado en barrica de roble francés y americano de 3, 4 y 5 años.
Cata:
Muestra en vista un color picota de capa alta con menisco carmesí y lágrima ligeramente tintada, fina y lenta que más que lágrima es un «quejío». Precioso.
En nariz, notas de fruta roja y negra. Apuntes de ahumados, blasámicos y cacaos conjutados con minerales y ligeras notas de su paso por roble. Muy agradable.
En boca muestra buena acidez con un ataque secante, pero goloso, tánico y potente, dando muestras de que tiene que redondearse en botella, pero con muy buena proyección.
2.- Quinta Milú La Cometa 2010.
100% tempranillo. El 45% del vino se pisa y no se despalilla. Fermenta durante 16 meses en barricas de roble francés de 225 y 500 l. abiertas y usadas.
Cata:
Color picota de capa alta y menisco carmesí. Lágrima fina, tintada y lenta.
En nariz fruta negra, ahumados, notas lácteas (nata y fresa), cerezas y toffe, con una clara evolución aromática en copa a lo largo de la cata.
En boca mantiene una buena acidez. Se muestra tánico, pero no agresivo con cierta sensación secante (piel de castaña). En retronasal notas de chocolate y balsámicos, y ligeramente cálido.
3.- Quinta Milú La Cometa 2011
Cata:
Mantiene las mismas características cromáticas que La Cometa del 2010: picota, capa alta, lágrima tintada y densa. Limpio.
En nariz necesita aireación para que desaparezcan unas notas de azufradas que dan paso a notas frutales maduras (roja y negra), yogur de fresa. Muy frutal.
En boca se muestra goloso, con buena estructura y acidez, fresco y agradable. Un vino de guarda, pero muy disfrutable en el que no se aprecian notas cálidas ni pesadez.
4.- Quinta Milú El Malo 2009
100% tempranillo. Crianza de 18 meses en barricas de roble francés nuevo de 500 y 225 l.
Es un vino de viña de 1 ha. con una edad de 36 años y plantada en espaldera, concretamente de un viñedo de nombre Camino del Calvario plantado sobre una tierra dura y fría de arcilla que dificulta y ralentiza su maduración todos los años. Sólo se han elaborado 900 botellas.
Cata:
Color picota de capa alta. Lágrima fina. Limpio y brillante.
En nariz apuntes iniciales de azufre que desaparece en agitación. Notas de fruta negra y lácteos. Chocolate, ahumados, especias, vainillas. Tiene una nariz elegante, redonda.
En boca se muestra aún astringente y secante, con un taninto potente y buena acidez. Le falta redondear. Le falta tiempo en botella, pero sin duda tiene muy buena proyección.
5. – Viñas Viejas Quinta Milú Pilar 2009
Uvas provenientes de una parcela con 70 años de edad.
De este vino sólo se han elaborado magnums de una barrica de un año de 225 l, tostado medio y tras una crianza de 23 meses.
Cata:
Muestra picota de gama alta. Lágrima fina y densa.
En nariz, cerrado de inicio, pero delicadado. Al airearlo aparecen notas de fruta negra, balsámicas y vainillas.
En boca se muestra fresco, con buena acidez, goloso, sedoso y con buen recorrido.
6.- Quinta Milú El Malo 2010.
Como primicia nos acercó Germán un vino aún por embotellar y claramente por hacer. En vista mantiene la uniformidad de sus hermanos con una gama cromática centrada en los colores picotas de capa alta. En nariz se muestra cerrado en el que predominan aún notas lácteas y apuntes de cacao. Falta ensamblarse y redondear, aunque como muestra de lo que llegará tiene buenos mimbres que habrá que comprobar cuando salta al mercado.
Conclusiones:
Se disfrutó, a parte de con la agradable compañía de Germán, con una batería de vinos en los que se diferencian dos líneas: una dedicada al consumo, vamos a llamar «fácil» a través de su Quinta Milú y otra más «seria» como son La Cometa y El Malo, vinos con proyección y con visos de evolucionar bien en el tiempo.
En cuanto a las características todos mantienen una uniformidad en las notas cromáticas y esa dosis de frescura que los hacen agradables aunque algunos de ellos tengan apuntes de dureza que tienen que pulir, amén de destacar por el buen ensamblaje con la medera que hace que predominen las notas frutales sobre la crianza.
Como simpre, un placer contar con el padre de las «criaturas» y disfrutar con su compañía y explicaciones que espero repita por estas tierras.
¡Salud!
El equipo titular de este pasado sábado variaba un poco: entraron Milú 12 y Cometa 09 en lugar de Milú 11 y Malo 10.
Voy a repetir el comentario que le hice a Germán y que publiqué en Twitter: cata con una estrella, un díscolo y un cabrón. Para mí la estrella es Cometa 10, el más redondo, el más armónico, el más complejo. El díscolo lo es declarado, no sorprende, es el Malo 09. Ese vino revoltoso, de adolescencia difícil, sabemos que tendrá rasgos geniales pero también gestos bruscos. Y el cabrón es el Cometa 11, que no tengo claro si eclipsará a su hermano 10, si se quedará a medio camino o qué narices hará. Da muchas cosas buenas y apunta otras pero despista.
Por tus notas creo que -a pesar de mis condiciones mermadas por un resfriado molesto- vi más diferencia entre las Cometas 10 y 11 que tú. En favor de la complejidad y amabilidad del 10, en este caso.
Fue una suerte y una grata sorpresa contar ya con Milú 12, entre los nervios del padre de la criatura 🙂 Quizá vaya a ser el mejor Milú, recupera todo el potencial de fruta, vuelve a tener el mimo que merece el vino de entrada a la gama, el que paga las facturas y permite los caprichos. Sin que llegara a descuidarse en ningún momento su elaboración quizá les faltaba personalidad a otros años y este 12 ha ganado en ese terreno.
Ante tanta provocación se me hizo un poco «pequeño» el Pilar, aunque está bueno. Y Cometa 09 es también un buen vino pese a que le tocó pagar la penitencia de «empezar» las barricas, de estrenar madera.
Aparte de esto, cómo no, disfrutamos, que es para lo que debe plantarse uno delante de una copa de vino. Es de justicia agradecérselo a Germán otra vez. La gran pena es que ya no se encuentre Cometa 2010 y la lección, que guardaré aún más tiempo mi Malo 2009.
Y perdona por la extensión, pero como estuvisteis provocando… 😉
Empiezo por el final no sólo perdonando, sino también absolviendo ;D
La verdad es que comparto tus sensaciones del Pilar, quizá fue el más «tapado» de la cata, el más huraño, pero sin defectos.
El Milú 12 lo probaré en cuanto Julio -su distribuidor en Salamanca- lo tenga y hablaremos, y espero que coincidamos en tus apreciaciones, volviendo a la línea más «fresca» y frutal de sus inicios.
Con respecto a las Cometas quizá las notas «cálidas» en boca del 10 y la mayor frescura y carga frutal del 11 marcaron la diferencia entre ambos y mi inclinación -leve, pero inclinación- hacia el 11, aunque como bien dices aún no sabemos por dónde tirará y por ende habrá que seguirle la pista.
Sobre el Malo 10, estoy de acuerdo en tu definición para con este «potro» sin muestras de docilidad, pero sí con aportes de nobleza.
Ahora a ver si vuelve Germán a presentarnos las nuevas elaboraciones a finales de año y te acercas para echar un buen «parlao» y, entre charla y charla, disfrutamos con algunos vinos 😉
Je, je… Esa combinación me da miedo. Si nos juntamos allí no sé lo que puede salir. Pero anotado queda, a ver si es posible.
Yo ya me había olvidado de la visita de German, personaje él y personajes sus vinos. Su personalidad arrolladora hace de sus presentaciones un espectáculo, yo quiero mas, a ver si Julio nos lo trae también este año.
Yo discrepo de los dos, a mi me gusta el Milú. Quizás es su RCP, que me permite beberlo frecuentemente; quizás es su desparpajo juvenil que le hace adaptase a cualquier comida; quizás es que aguanta bien 2-3 días en la nevera. Bueno el caso es que lo bebo y no me canso; con los otros me entiendo peor, aunque algunos merecen ser guardados.
César, si no discrepas, si a mí también me gusta Milú, pero veo «más vino» a La Cometa o a El Malo, aunque ya sabes que para gustos… 😉
Exacto, eso mismo pienso yo, que bebo los Milús habitualmente también. Sólo que en esta cata nos centramos en lo raro o difícil de encontrar (los tres Cometas juntos, el Pilar…) pero Germán se moría de ganas de presentarnos al nuevo Milú y de conocer nuestra opinión. Todos o casi todos los presentes ese día lo consumen habitualmente o lo conocen al menos.
Lo raro es que los vinos de Germán no alcancen más reconocimiento en el «mundillo» vinícola. Parece que no despegan y no se por que será.
Bueno, Toni, tampoco les da mucho tiempo. Se van agotando rápido, así que su éxito tienen.
Sí, si ya se que se venden bien, pero es extraño que Germán no esté entre los «viñerons» más nombrados y reconocidos en el mundillo. O por lo menos a mi me da esa impresión.
Toni, estoy de acuerdo con gastroerrante, y tal vez sea una de las bodegas en las que mejor ha funcionado el boca-boca dentro del mundillo de los amantes de los vinos con personalidad, ¡digo yo! 😉
Bueno, los chicos de elmundovino.com lo puntuaron bastante bien http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/fichavino.html?param=17367 😉
Totalmente de acuerdo contigo, el pasado viernes pude disfrutar de las explicaciones de Germán y de sus vinos. Me encantaron y más aún que fuera el mismo quien nos contara todo. Además de los Milú, también los de el Bierzo de Los Altos de San Esteban.