No me cabe duda de que con el tiempo se obtendrán grandes vinos de la Sierra de Francia en la provincia de Salamanca, dentro del Parque Nacional de las Batuecas, una vez que se «entienda» a su uva más abundante, la rufete, complicada dónde las haya. De hecho en estos últimos tiempos se están acercando a la zona elaboradores reconocidos atraídos por esta casta con el fín de sacar sus propios vinos, no ha mucho tardar. Estaremos atentos.
A pesar de que la elaboración de vinos en la zona viene de antiguo, dificultades históricas como la mezcolanza de variedades de distintas uvas, incluso de blancas y tintas, el arranque de viñas, el bajo rendimiento de la uva rufete, el abandono de la población joven o la complejidad de la labor en terrenos con una orografía complicada que hace de imprescindible el uso de tiro animal, acentúan aún más los grandes esfuerzos que tienen que llevar a cabo los bodegueros que en la actualidad han apostado por esta tierra.
De ellos hemos hablado en algún post e incluso hemos realizado verticales de alguna bodega en concreto (veanse los post de las catas de Cámbrico o de la presentación de vinos de la Sierra de Francia) y hoy merece la pena al menos alabar el esfuerzo realizado por el matrimonio formado por Agustín Maíllo y Olga Martín (a la vez propietarios del restaurante Mirasierra en el propio Mogarraz, al que recomiendo que se acerquen y así tras la visita a la bodega podrán degustar su cocina), junto con la dirección técnica de Juan Ramón Hernández por un trabajo bien hecho y con buena proyección.
El Vino:
Está elaborado con un 52% de rufete, un 43% de tempranillo y un 5% de garnacha. La crianza aha sido de 14 meses en barrica de roble nuevo. 14% vol. y una edición limitada a 5.940 botellas.
Está acogido a la D.O.P. Dierra de Salamana y está elaborado por Vinos La Zorra.
Cata:
Picota de capa media conmeinsco caramesí. Limpio. Lágrima fina y densa. A copa parada notas de fruta negra y roja, tostados. En agitación apuntes balsámicos y notas de ebanistería que aún tienen que pulirse, junto con los aportes de fruta roja y florales. En boca, correcta acidez y con un tanino que aún mantiene cierta agresividad, «pelín» secante, pero se muestra goloso y con claras muestras de que necesita se domado en botella. Mantiene un ligero amargor final que no molesta, aunque se mantiene cierta «calidez» en la boca. Presenta buenas maneras para una buena evolución y sería interesante recatarlo con más tiempo para observar su evollución y ensamblaje. A seguir.
Me llamó la atención cuando lo presentaron en Oviedo en el MUB, la gran fiesta de Germán, vamos. Coincido contigo en esa agresividad y algo de calidez pero me gustó y también le veo posibilidad de asentar esos rasgos y pulirlos. Tomo nota de lo del restaurante, que no lo sabía, y apunto para próximas visitas.
Jorge, apunta, apunta que cuando vengas hay que hacer «vía crucis» 😉