Bueno pues hemos pasado del frío invierno al caluroso verano en nada, aunque supongo que si nos lee algún meteorlógo dirá que climatologicamente hablando aún estamos en la primavera, en la loca y cambiante primavera.

Llegando a este punto y como no queremos entrar en discusiónes científicas -porque las perdería-, podemos aprovechar esta subida de temperaturas como anuncio previo del estío e ir pensando en preparar alguna sangría  o un buen tinto de verano.

El problema radica en saber si realmente hacemos bien la sangría porque tal y como se hacen en gran parte de nuestros bares y chiringuitos parece que el resultado final es un compendio de todo lo que sobra de aquí y de allá, y más parece un mejunge de la Bruja Averías que una bebida refrescante, y no es eso, no es eso.

No voy a daros recetas de sangrías porque el «padre» Google nos puede alumbrar con infinidad de ellas, pero sí darles una idea este año para sorprender a propios y extraños: aproveche los excelentes vino jóvenes monovarietales españoles para elaborarla.

De esta forma os propongo elaborar sangrías -que la sangría ha de elaborarse con vino tinto para adquirir el color «sangre»-, con vinos de garnacha, bobal, tempranillo, mencía, tinta de toro, syrah,… jóvenes, con toda su carga de color y aromas a frutas propias de este tipo de vinos a los que se añadiría la tipicidad de cada uva, y os aseguro que váis a triunfar.

Asi conseguimos tres objetivos: hacer una sangría con una excelente materia prima, incrementamos el consumo de vino per cápita -¡bendito resveratrol!- y damos a conocer la riqueza vinícola de esta piel de toro.

Actualmente -al igual que sucede en nuestra cocina- están surgiendo «modificaciones» y desestructuraciones en torno a nuestra bebida veraniega elaboradas con cava o añadiendo frutas exóticas y licores «extraños». Si alguien se anima a ellas, adelante.

Por otro lado aparece como bebida propia del verano -y más simple de elaborar- lo que llamamos el Tinto de «idem» que la mayoría de las veces es vino + gaseosa (sigo prefiriendo La Casera a otras) u otro tipo de bebida gaseosa de sabor -generalmente de limón-, pero por favor no se les ocurra realizar la experiencia de algún visionario que llegó a la conclusión de que si la gaseosa mejora un mal vino, ¡qué no haría con un Vega Sicilia!.

¡Ah! y por favor no me hagan hablar del «rebujito» ni de la última moda snob, pero más cateta que Marianico el Corto, como es pedir que le pongan una copa de Rueda con dos piedras de hielo, porque me enciendo.

¡Qué ustedes se refresquen bien!.

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