La verdad es que no hay nada como que un buen amigo toque generala para invitarnos a disfrutar de una cata ciega de tempranillos 2004-2005 en plena canícula veraniega para asistir más que encantados cual llamada del flautista de Hamelin.

Y dicho y hecho. Fuimos enfrentando nuestra vista, olfato y gusto al ejercicio de desentrañar qué vino podía ser, de qué zona, añada y bodega, claro que a lo más que nos acercamos -al menos yo- fue a la zona de algunos y ¡gracias a Dios que la uva ya nos la sabíamos!. ¡No hay mejor cura de humildad para bodegas y catadores que una cata ciega!.

Pero vamos a ir comentando cada uno de los vinos en cuestión y descubriendo las etiquetas  para que no acabéis de comeros las uñas y terminar con los muñones de los dedos ¡qué os conozco!.

Vino nº 1:

Picota de capa media. Lágrima fina y densa. Notas de reducción y volátil. En aireación empieza a desplegar aormas terciarios: cueros, cáscara de naranja, almizcle. Notas de regaliz y minerales. En boca presenta una buena acidez mostrándose fresco, goloso y un pelín secante.

Según va evolucionando la cata muestra una clara disminución de cualidades e intensidad.

Vino nº 2:

Rubí de menisco atejado. Lágarima viva y fina. Capa baja. En nariz notas especiadas con un punto de carne cruda, retama, frutas rojas en licor y cáscara de naranja. Ligeros lácteos, torrefactos y tostados. En boca se muestra fresco, con buena acidez y largo recorrido. Buena estructura, ligeramente licoroso y envolvente.

Vino nº 3:

De color rubí con menisco atejado. Lágrima fina y viva. En nariz notas de yodo, fruta roja en licor, tostados, mentolados y regaliz (pastilla de Juanola). En boca se muestra equilibrado, sedoso, fresco, con buena estructura y envolvente. Largo.

Vino nº 4:

Picota de capa media. Se muestra en nariz un poco cerrado. Aireado nos ofrece aromas lácteos, fruta roja, notas de caramelo, vainillas y balsámicos. Una boca ligeramente astringente y pelín tánica. Buena acidez, goloso.

A lo largo de la cata le cuesta abrirse aunque evoluciona a mejor con notas de torrafactos cacaos y bombón.

Vino nº 5:

Picota de capa media. Lágrima fina. En nariz muestra inicialmente ligeros verdores y tostados. Cerrado. A lo largo de la cata evoluciona dando aromas de fruta roja, punto lácteo, tostados, café y notas de cuero. En boca muestra una buena acidez y pelín secante con notas astringentes. Buena estructura pero le falta aún botella.

Vino nº 6:

Rubí con menisco ligeramente atejado. En nariz notas balsámicas, algo de caucho, tostados. Almizcle y fruta roja licorosa. De corta intensidad olfativa. En boca se muestra secante con esa sensación de piel de castaña.

Vino nº 7:

Picota de capa media. Lágrima fina y viva. Notas de reducción. Necesita aireación. Ligeros apuntes de humedad. A lo largo de la cata evolucionará con notas de fruta negra, tostados y torrefactos. Notas de sobremaduración. En boca muestra una justa acidez, cálido, goloso y pesado.

Los vinos al descubierto.

Vino nº 1: Pesquera Crianza 2004. Bodegas Pesquera. DO Ribera del Duero.

Vino nº 2: Carlos Serres Gran Reserva 2004. Bodegas Carlos Serres. DOC Rioja.

Vino nº 3: Caecus Crianza 2004. Bodega Pago de Larrea. DOC. Rioja.

Vino nº 4: Cenit 2004.  Bodegas Cenit. V.T. Zamora.

Vino nº 5: Sinforiano 2005. 14,9%. Sinforiano Bodegas. DO Cigales.

Vino nº 6: Mesopotamia 2005. 100% Juan García. 13,5%. Bodegas y Viñedos Entre Ríos. DO Arribes.

Vino nº 7: Novellum 2004. Tinta de Toro. Bodegas Rejadorada. DO Toro.

Conclusiones:

Pesonalmente los vinos con los que más disfruté fueron con Carlos Serres GR 2004 -todo un descubrimiento para mí, además de tener una muy buena RCP para los que quieren iniciarse ante un Rioja «clásico»-, Caecus Cr. 2004 y Sinforiano 2004 -aunque como comento, le falta botella, pero muestra buenas hechuras-.

En un segundo grupo estarían Cenit 2004, cuyo exceso de madera y su escasa evolución a lo largo de la cata -al menos hasta que yo me fuí- lo penalizan; Pesquera Cr. 2004 -me defraudó, esperaba más de este vino y más en esa añada-; Mesopotamia 2005 y Novellum 2004 -vino que siempre que lo he probado me ha gustado, pero que esta vez no dió la talla, tal vez por problemas de botella-.

Disfrutamos y como siempre, y quizás más importante, seguimos aprendiendo.

Si junto al disfrute de la cata le añadimos unas lascas de queso de oveja de Monleón, cecina de vacuno, jamón ibérico, una empanada de dátiles con bacon y la buena compañía, no podemos pedirle más a la jornada.

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