por elbaranda | Abr 4, 2019 | blanco, Catas, Jerez, Palomino fino, Regiones, Uvas, Vinos de copa en boca
Corta y Raspa Las 40 2017. Mayetería Sanluqueña
La verdad es que cuando uno tiene delante una botella de vino no sólo tiene curiosidad por probarlo, sino también por descubrir algo de su historia o de su origen, y este Corta y Raspa Las 40 es un cúmulo de preguntas, afortunadamente todas con respuesta.
En primer lugar habría que definir qué se entiende por «mayeto» , qué era, cuándo se dió, si existe en la actualidad o es una figura extinta y por qué aparece ahora de la mano de Ramiro Ibáñez. Así que iremos por partes.
La palabra aparece por primera vez en el Diccionario de la RAE en 1.803, estando definido como «viñador de escaso caudal«.
Dicho así de «frío» no nos aporta mucho, aunque si nos acercamos a la página de Callejuela encontramos una definición basada en la experiencia: «Personas de campo, de peoná y rato, llanas y con un gran conocimiento de la vid y todas sus labores. Contar con viña, lagar propio y bodega, habitualmente pequeña, eran los requisitos para ser Mayeto y encontrarse en el escalón más alto de la desaparecida clase media.» No en balde el padre de Pepe y Paco Callejuela, D. Francisco Blanco Martínez, Blanquito, lo fue durante 20 años.
La mayetería tuvo su época dorada en las zonas de Ronda y Sanlúcar de Barrameda, y consistía en una explotación agrararia en minifundo con el cultivo de hortalizas en la zona roteña, mientras que en Sanlúcar, Jerez o Chipiona era el campesino que cultivaba la viña. Sus inicios parten del s. XV cuando la Carta Puebla de Rota otorga terrenos a quienes se comprometieran a vivir y cultivar en La Mayetería.
En los años 80 y 90 desaparece la mayetería, y se pasa de la elaboración de su propio vino a la venta de la uva a las bodegas.
La figura quedó extinta hasta que en el 2016 y de la mano de Ramiro Ibáñez se reúnen tres mayetos: Antonio Bernal, José Manuel Harana y Rafael J. Rodríguez para elaborar la primera añada de la «saga» Corta y Raspa con la finalidad de poner en valor el trabajo y elaborar sus propios vinos.
Por último sólo nos falta hacer mención al propio nombre del vino que no ha sido elegido de forma baladí ya que hace referencia «a un tipo de corte especial de la poda de vara y pulgar. Se hace un corte longitudinal seguido de otro en bisel, respetando la carrera de verde, señalando así al resto de faeneros, que pasen por esa cepa durante otras labores, que ese corte es correcto y no necesita modificarse en el futuro», tal y como queda definido en el blog de Federico Ferrer.
El vino.
Está elaborado por Rafael J. Rodríguez Jiménez en Sanlúcar de Barrameda de viñas de más de 30 años del pago de Las 40 en el Cerro de Añina. Fermentación alcohólica espontánea en la que el mosto la realiza sin fortificación y una crianza en Bota con sus levaduras salvajes y sin apenas velo de flor.
La cata:
De color amarillo dorado, atractivo, limpio. Aromas protagonizados en sus inicios por la fruta amarilla (membrillo), frutos secos, sensaciones minerales (caliza), flores blancas y ligeros toques almizclados. Boca marcada por las notas salinas, se muestra fresco, amplio, con muy buena estructura y de medio recorrido dejando recuerdos de amontillado.
Me ha gustado. Me ha parecido distino, sencillo, pero no simple. Muy personal. Una vuelta a un pasado digno de recuperar. Bien elaborado y además la relación Disfrute-precio me parece muy buena ya que el PVP está sobre los 11,50 €.
¡Salud y buen vino!
por elbaranda | Ago 10, 2018 | Catas, Jerez, Palo Cortado., Palomino fino, Vinos de copa en boca
El origen.
Con más de cinco generaciones vinculada al mundo del vino la familia Portales Pérez, hasta entonces proveedora de vinos para otras bodegas, inicia en el año 2005 la comercialización de sus elaboraciones bajo la marca «Los Caireles».
El vino que nos ocupa tiene su origen cuando se decide separar una parte del mosto del año 2001, con unas características de sutileza llamativas, para su posterior desarrollo como una manzanilla «distinta» potenciando esas características particulares.

Después de 7 meses de crianza en sobretablas (es decir, ya encabezado a 15º) se observa que la delicadeza inicial se iba atenuando, aún así se decide dejarlo criando otros 7 meses más. Tras esos 14 meses bajo velo se confirma que esas especiales características de finura y sutileza que se percibieron en su clasificación inicial han desaparecido, por lo que se procede a encabezar el vino a 17º y dar comienzo a un proceso de crianza oxidativa que se prolongará durante 15 años. El resultado es este Palo Cortado «Los Caireles» Edición Especial.
De esta saca inicial salieron de bodega sólo 544 botellas de 75 cl. coincidiendo con las fiestas navideñas del 2017. A día de hoy está agotado -si encuentran alguna botella, no lo duden- y estamos esperando, al menos yo con ansia viva, la nueva saca que saldrá a finales de noviembre de 2018 -ya saben, marquen en rojo estas fechas en su calendario-.
Les recomiendo como lectura obligada el excelente artículo de Jesús Barquín -aún recuerdo en la memoria la impresinante cata con sus vinos La Bota de…, y alma pater del Equipo Navazos– titulado «Palo cortado: la verdadera historia» en el que se aclaran conceptos y procedimientos.
19,5 % vol. PVP: 19,50 €
La cata:

Impresionante color ambarino con tonalidades anaranjadas. Precioso, untuoso en agitación y con reflejos yodados en las lágrimas que descienden por la copa en armoniosa y lenta cadencia.
Sensual en nariz con aromas limpios en los que predominan las notas de frutos secos (almendra) acompañados por sensaciones de yema tostada, cáscara de naranja, caramelo, apuntes yodados y notas especiadas -curry-, toques acaramelados y maderas nobles. Intenso, complejo y con recuerdos punzantes.
Seco, con volumen, amplio, largo, redondo y con un postgusto en el que vuelven las sensaciones olfativas iniciales junto con cierta salinidad. Puro placer. Un gran vino en el que la combinación de las sensaciones salinas de bahía junto a su frescura y los toques de caramelo son realmente impresionantes. Excelente trabajo.
¡Salud y buen vino!
por elbaranda | Jun 8, 2018 | Catas, Macharnudo, Palomino fino, Vinos de copa en boca
La verdad es que no sé el por qué del nombre ya que vinícolamente hablando el «ojo de gallo» es un vino mas oscuro que el clarete sin llegar a ser tinto, y obviamente, no es el caso. Espero que nos lo aclaren y así salimos de dudas.
Ojo de gallo 2016 es un vino tranquilo elaborado con la uva palomino fino del pago de Macharnudo Alto, situado a 135 metros sobre el nivel del mar y sobre suelo de albariza, en la Bodega Valdespino propiedad del Grupo Estévez encuadrándose dentro de la denominación Vino de la Tierra de Cádiz. Edad de la viña: 25 años. 12,5% vol. P.V.P. sobre los 10 €.
Tras la vendimia el mosto fermenta en depósitos de acero inoxidable con levaduras autóctonas. Permaneciendo después de la fermentación en los mismos depósitos durante 6 meses con sus lías finas que le dontan de untuosidad y complejidad.

La cata:
Llamativo color amarillo con reflejos verdosos ligeramente acerado. Unutoso en agitación.
En nariz despliega aromas a fruta amarilla (membrillo fresco) acompañada por recuerdos cítricos (hoja de lima), sensaciones florales y aportes minerales y salinos.
En boca muestra buena acidez y recorrido. Se manifiesta seco, fresco, notas salinas y con una retronasal compleja en la que vuelven las sensaciones olfativas acompañadas de un ligero amargor final que lo hace adictivo. Tacto ligeramente glicérico y buena sapidez aportada por su base calcárea.
Hay que reconocer que no siempre es bien entendido, siendo un vino que puede generar sensaciones contrarias en el aficionado. Como siempre, para gustos… A mí, personalmente me ha encantado. Lo considero un vino muy disfrutable y que se ajusta muy bien a distinto tipos de acompañamiento, desde arroces a mariscos o simplemente como aperitivo y con muy buen precio final.
Seguimos pendientes de las salidas al mercado de vinos tranquilos jerezanos que nos retrotraen al s. XIX, antes de que se produjera el paso definitivo a los vinos generosos y dejandolos en el olvido. De momento muestran que la definición de la uva palomino como impropia para estas elaboraciones no deja de ser un falso mito. Les recomiendo que lean el excelente artículo de Juancho Asenjo «Jerez y Montilla: renovarse o morir» en Metrópoli, para comprender hacia dónde deben caminar.
¡Salud y buen vino!
por elbaranda | Ago 19, 2017 | blanco, Catas, Jerez, Palomino fino, Vinos de copa en boca

El equipo Navazos
Seguimos poniendo nombre y caras a los «padres» de las criaturas que tanto nos hacen disfrutar. En este caso Barquín y Ojeda son los «alma pater» junto con Dirk Niepoort en la realización de un vino que nos provoca un auténtico flasback devolviéndonos doscientos años atrás a una Andalucía en la que el vino se elaboraba para consumo local bajo criterios de crianza biológica y, por lo tanto, muy alejados de los vinos fortificados o encabezados tal y como conocemos hoy a los vinos del Marco.
Como bien explican en su web,
Si a esto unimos el dato de que la clasificación de los viñedos de la zona conforme a un criterio de mérito estaba sobradamente asentada a inicios del mismo siglo XVIII, se infiere que las señas de calidad del vino de la época venían a ser: a) uva palomino fino, b) procedente de los mejores pagos, c) fermentado en bota, d) con levaduras autóctonas, e) criadas bajo el velo de flor que comenzaba a formarse inmediatamente, una vez que las levaduras de fermentación acababan su tarea y dejaban el campo abonado para la intervención de las levaduras de flor, f) sin adición de alcohol. Este vino, antes de generalizarse la denominación “vino de manzanilla”, originaria de Cádiz, era conocido localmente como “vino blanco”.
El vino
Las uvas se prensaron suavemente, seguido de la fermentación con levadura autóctona, en botas de roble americano (40 años). La temperatura fue controlada naturalmente, debido a la pequeña dimensión de las cubas (600 l). El vino fue envejecido durante 8 meses de crianza bajo velo de flor a graduación natural. Los barriles se llenaron hasta 5/6 de su capacidad, para que las levaduras pudieran desarrollarse.
Elaborado con 100% palomino fino. 12% vol. Embotellado en 2017 para Equipo Navazos.
La cata:
Amarillo con ribete ligeramente dorado. Limpio y brillante. Bonito.
Aromas con notas de manzanilla en flor acompañadas de toques de albariza y sutiles aportes de frutos secos y recuerdos cítricos junto con sensaciones salinas.

Boca con una excelente acidez. Se muestra fresco, elegante, ligeramente untuoso y con muy buen recorrido.
Retronasal marcada por las notas minerales de las albarizas que le ven nacer acompañada por el aporte floral de la manzanilla, los frutos secos y el toque cítrico.
Excelente. Beber y disfrutar. De los mejores, si no el mejor año, del Navazos-Niepoort hasta hoy.
Foto de portada de Equipo Navazos.
por elbaranda | Feb 3, 2017 | aromas, blanco, Catas, Jerez, Palomino fino, Regiones, Vinos de copa en boca
Seleccionado por el Equipo Navazos la Bota de Florpower 57 MMXII es un vino blanco sin fortificar elaborado con uva palomino fino de viñedos situados en terrenos de albariza del Pago Miraflores permaneciendo 30 meses bajo velo de flor, 8 meses en bota y un año y diez meses en depósito de acero inoxidable, hasta su salida al mercado en julio de 2015. 12,5% vol.

Algunos recomiendan beberlo pronto, no seré yo, aunque para los escépticos siempre pueden tener dos botellas y beberselas en distintos períodos. En mi caso el observar, y disfrutar, con la evolución de estos vinos elaborados sin fortificar, es cada día más sorprendente en el buen sentido de la palabra, provocando un incremento de la complejidad. Afortunadamente no todo está escrito y en muchos casos sólo basta con mirar atrás para encontrar elaboraciones que fueron denostadas y olvidadas debido en gran parte al desconocimiento y, por qué no decirlo, también al propio mercado.
P.V.P. 18€

Cata:
Precioso color amarillo «oro viejo». Llamativo. Elegante.
Aromas a frutos secos acompañados de fruta amarilla, toques de salinidad y apuntes minerales de albariza junto con sutiles notas de levaduras y miga de pan conjuntados con recuerdos cítricos.
En boca muestra una excelente acidez y notas punzantes. Se muestra fresco, complejo y largo. Retronasal en la que las notas de velo de flor se hacen más persistentes acompañadas por elegantes notas salinas, toques cítricos, miga de pan y frutos secos.
Excelente.
por elbaranda | Mar 27, 2016 | Catas, Jerez, Palomino fino, Regiones, Vinos de copa en boca
Acabamos la Semana de Pasión en este Domingo de Resurrección, pero no termina mi pasión por los vinos y quiero recomendaros un vino amontillado con el que casi se toca el cielo con los dedos. Un excelente ejemplo de vino para disfrutar sorbo a sorbo en momentos de reflexión ya que se ha de disfrutar así, poco a poco, descubriendo todo un conjunto de sensaciones en una elaboración única e irrepetible. Su precio, lo vale.
Historia de la bodega Pedro Romero.
Para poneros en antecedenes en un excelente post del blog Devinos con Alicia sobre las Bodegas Pedro Romero nos hablan de la historia de la bodega en los términos siguientes:
Las Bodegas Pedro Romero fueron fundadas por Vicente Romero Carranza en 1860. Desde sus inicios se adquirieron soleras y vinos viejos para establecer una bodega según la tradición del Marco de Jerez, aunque es en 1820 cuando Don Florencio Romero, procedente de Zalamea la Real, y Doña Águeda Carranza, procedente del valle de la Encartaciones, en el Señorío de Vizcaya, se instalan en Sanlucar de Barrameda y comienzan la historia, y su hijo, cuarenta años después, comienza la aventura en el mundo del vino creando una gran Bodega bajo su propio nombre.

Fotografía de Yolanda Ortiz de Arri
A su fallecimiento en 1890 sus tres hijos, Vicente, Baldomero y Pedro Romero Villarreal, continúan la actividad bajo la razón social “Hijos de Vicente Romero Carranza”.
En 1904 Pedro Romero adquiere de sus hermanos la totalidad de la bodega y pone el nombre de su esposa Aurora a la manzanilla pasada más acreditada de esta Bodega. En 1911, tras la muerte de su esposo, Aurora Ambrosse y Lacave toma la dirección de la Bodega al ser sus hijos todavía menores de edad, la sociedad pasará a llamarse Herederos de Pedro Romero. En un entorno tradicional como el Marco de Jerez, el hecho de que una mujer dirigiera una Bodega otorga una importancia extraordinaria a la evolución de esta compañía familiar.
El 6 de julio de 2014 fallece Pedro Romero Candadu quién se hizo con el control de la bodega en 2006.
Tras el colapso económico y un tortuoso concurso de acreedores una parte de la bodega es recuperada por Fran Asencio (co-propietario de Dominio del Urogallo) y su hermano Fernando con el fin de recuperar el prestigio de una bodega tan emblemática en la historia vinícola española, pasando a denominarse en la actualidad Bodegas Alonso aunque quieren conservar la marca Pedro Romero junto con uno de los cascos de la bodega y los preciados vinos viejos.
La Bota de Amontillado Viejísimo nº 49 A.R.

Uva 100% Palomino fino. botella de 37,50 cl. y 22% vol. Elaborado por el método de criaderas y soleras.
Bodegas Pedro Romero S.A. Sanlucar de Barrameda. D.O. Jerez
Selección realizada por el Equipo Navazos
La Bota de Amontillado 49 «Bota A.R.» pertenece a la serie de single casks de vinos viejísimos procedentes de Gaspar Florido vía Bodegas Pedro Romero.
La horquilla de vejez media estimada de estos vinos se mueve entre los 55 años o más de los más «jóvenes» hasta los más de 80 años del más viejo, condición que a todas luces corresponde a este venerable Amontillado 49.
Hasta su embotellado en 2013-2014, estas botas han reposado en la Sacristía de Bodegas Pedro Romero, situada en el «Barrio» de Sanlúcar, muy cerca la localización original de Gaspar Florido. Las siglas AR corresponden a Ánsar Real, una exótica raza de pato que a su vez da nombre a una de las soleras más exclusivas de todo el Marco jerezano.
Cata:

Precioso color ambarino con menisco yodado. Untuoso en agitación y lágrima fina y densa. Nos va avisando de que lo que nos espera tansciende a todo lo conocido, al menos por mí.
Nariz compleja, explosiva e intensa con múltiples matices, como no podía ser de otro modo: notas de bollería fina, yodadas, crema catalana, café, alhacena, toques de nuez, avellana y brioche. Embriagador.
La boca se muestra plena y seca. Punzante. Una exploxión que te llena y deja sensaciones untuosas, envolventes y de gran recorrido. Retronasal en el que vuelven las notas de pastelería y especiadas, toques salinos, frutos secos, cáscara de naranja y sutiles ahumados. Pura armonía y potencia a la vez.
Excelente y, lamentablemente, irrepetible. Agradecer sin duda al Equipo Navazos el poder disfrutar de estas «rarezas» aún existentes en el Marco jerezano.
Fotos: www.cadizturismo.com, Yolanda O. de Arri y autor.
¡Salud y buen vino!. Están en su blog.
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