por elbaranda | Ene 10, 2014 | Cavas y espumosos, Eventos, Reflexión, Vinos, Vinos de hielo
Que se impartan clases o se investigue sobre antocianos -les remito a mi post sobre el homenaje al prof. Julián Rivas-, flavonoides, levaduras, resistencia a plagas en la vid o la influencia de los distintos tipos de madera en la crianza de un vino no es extraño en el ámbito universitario, pero cuando hablamos de que se ha impartido un curso durante varias semanas titulado «El vino y la cata«, la cosa cambia y podemos decir que el tema es más bien extraordinario.

Detrás encontramos a un equipo amante del vino y que pretende acercar su conocimiento y, por lo tanto, su disfrute a miembros de la comunidad universitaria: el profesor Félix Torres como coordinador del curso y los chicos de Bakcheia (Alberto Nieto y Javier Bobo, exalumnos) como organizadores de toda la infraestructura, que no es simple, si estamos hablando de acercar no sólo vinos nacionales con 11 muestras, sino también internacionales, presentando de estas últimas 17 elaboraciones de todo el mundo «mundial» con vinos tan heterogéneos que van desde espumosos de moscatel brasileños a pinto gris checos, catarrato sicilianos, cabernet franc alemanes, tannat uruguayos, malbec argentinos, syrah chilenos, merlot mejicanos, cabernet sauvignon peruanos, cabernet franc búlgaros, merlot y malbec franceses, sangioveses italianos, grasa de Rumanía o rizling-vlassky eslovacos, sin olvidar verdejos, tinta de toro o prieto picudo españolas.
Si a la variedad de castas le unimos la variedad de elaboraciones que van desde el mencionado espumoso brasileño a vinos tranquilos de varios países, pasando por vinos dulces o vinos de hielo, el nivel no podía ser más alto y las ansias de conocimiento de los particpantes satisfecha.

De la mano de los enólogos Rosa Zarza, Carlos Gallego y Aberto Nieto se desgranaron para los alumnos inscritos los entresijos del mundo del vino, desde el terruño hasta la elaboración y, finalmente, su disfrute en dos megacatas de vinos nacionales e internacionales.
No cabe duda de que una de las causas de que en este país el consumo del vino vaya en caída libre se fundamenta en la falta del conocimiento de todo aquello que se encuentra en torno a tan gratificante bebida y si la Universidad de Salamanca contribuye a paliar tal carencia a través de estos cursos, pues miel sobre hojuelas.
Espero y confío en el éxito de futuras convocatorias -no en balde esta es la segunda- y que le número de alumnos aumente, así como la realización de cursos más específicos para aquellos que ya hubieran realizado este primer acercamiento.
Siempre me llamó la atención el que en Castilla y León la única Escuela Universitaria de Enología estuviera en Palencia y no en Toro, Ponferrada, Rueda o Aranda de Duero, pero confío en que todo se andará habida cuenta del potencial que existe a nivel vinícola en esta comunidad.
Si alguno de los lectores conocen otras iniciativas a nivel universitario que vayan dirigidas en este sentido les animo a que las comparta en este foro de «enochalados».
Entonemos en todo caso el «Gaudeamos igitur».
¡Salud y buen vino!
por elbaranda | May 6, 2013 | Reflexión, Vinos

Leyendo post como el de Terroaristas o como el de José L. Louzán, entre otros, vas tomando conciencia de que estamos ante un profundo, lento, pero profundo cambio en las estructuras del mundo vinícola español.
Siempre se han criticado a las DO’s por su encorsetamiento, por su falta de libertad a la hora de dejar paso a la creatividad de los viticultores y/o enólogos de este país. Claro que si pensamos que tienen que dar paso a aires frescos en cuanto a castas, «tempos», elaboraciones,… en parte dejaría de tener sentido su existencia (y soy de los que creo que deberían de dejar de existir o al menos sufrir una profunda transformación).
Si junto a ello le unimos el bluf de los Vinos de pago (léanse www.elmundovino.com) no nos queda más que recibir con esperanza las pequeñas brisas de aire fresco que suponen la llegada de nuevos y «revolucionarios» elaboradores que lo único que persiguen es la creación de vinos con alma, diferentes en sus formas y en sus castas, alejándose de constreñimientos y dando paso a la libertad creativa a que todo artista tiene derecho, y digo bien, artistas, ya que para mí lo son aquellos que generan en mí la afloración de sensibilidades vía la belleza, el color, las formas, la sintáxis o la sensualidad de múltiples aromas y sensaciones táctiles.
Por fín empezamos a anteponer el nombre de un creador por delante de la propia marca. Hablamos de abanderados como Víctor de la Serna (aún conservo su primer magnum de touriga nacional en la Manchuela), Rafa Bernabé (del que nunca termino de sorprenderme ni él de «autoreinventarse»), Manuel Valenzuela y su vigiriega en la Alpujarra granaína o Toni Sarrión y su merseguera,o de apuestas más «jóvenes» como Alfredo Maestro, Fabio Bartolomei, de Samuel Cano, Germán Blanco, Raúl Pérez, Nacho León, Charlotte Allen, Bruno Murciano, Norrel Robertson, Fequi & Co., o del excelente trabajo de Pablo Betancort o Jonatan García en Tenerife,… y tantos otros que gracias a su empuje y su denostado afán por elaborar vinos marcados por la personalidad de sus creadores y basados en el terruño hacen posible que tengamos la esperanza de poder situar nuestros vinos en el lugar que se merecen.
Complicada apuesta en un país en el que las administraciones autonómicas marcan sus propios feudos cuales reinos de taifas y en el que una maraña de disposiciones, decretos y legislación varia hace que la tela sea tupida y a veces difícil de sobrepasar, aunque la aparición de un pequeño, pero cada vez más importante grupo de hombres libres hará, estoy seguro, virar el rumbo, y no ha sido la primera vez en la historia.
Fotografía: http://sorpresarenal.blogspot.com.es
por elbaranda | Ene 20, 2013 | graciano, mazuela, Reflexión, Rioja, tempranillo, Vinos
La verdad es que si miramos por el revisor en nuestra hitoria vinícola, somos unos bebés en relación con nuestros vecinos franceses y no sólo en el ámbito de la cantidad, sino sobre todo, de la calidad. Hemos recorrido un camino, quizás, demasiado rápido, con demasiados cambios en poco tiempo, con demasiadas influencias externas que han evitado el econtrar un estilo propio, no en el conjunto de la viticultura española -algo imposible si partimos de la existencia de claras diferencias en clima, suelo, castas…-, sino dentro de cada una de las zonas vinícolas en las que se divide nuestro país, observando incluso como dentro de una propia bodega pueden existir tendencias distintas y contradictorias.
Hemos pasado por un tiempo oscuro similar al románico en el arte, en el que los buenos haceres quedaban reducidos a pequeños «conventos» en zonas como La Rioja y sobre todo, el Marco de Jerez, lugares en los que la sabiduría de los clásicos había quedado recluida y reducida a sus propios muros. Con el devenir de los tiempos las tendenicas evolucionan y pasamos del oscurantismo a ligeros atisbos de luz que no hacen sino dar palos de ciego. Y así vamos del arco de medio punto al flamígero sin solución de continuidad, de la sobrecarga de la madera a la sobre-extracción de la fruta, y en las últimas tendencias, a una sobresaturación olfativa y a una excesiva acidez que en el disfrute del vino, terminan ahí, dejando a la boca totalmente huérfana de sensaciones.
Siempre nos quedará Picles con el fin de no perder de vista una arqutectura clara, sencilla y armónica, al igual que siempre nos quedrá el disfrutar de vinos que llevan la máxima griega «μηδὲν ἄγαν», el nada en demasía, el buscar el equilibrio. Algo tan simple y a la vez tan complejo y que sólo encuentro en los grandes vinos de El Marco, en los «clásicos» de La Rioja y en Borgoñas que han cuidado y defendido su forma de ser a pesar de las presiones externas.
Está claro que las modas se repiten y que tras arriesgadas apuestas siempre se vuelve a la influencia de Balenciaga o Valentino, pero con lo que no comulgo es con intentar combinar azul y verde por mucho que se empeñe Agatha Ruiz de la Prada, porque sólo verlo «muerde», aunque he de confesar que no le queda nada mal al maestro Chicote.

Marqués de Riscal GR 2001 150 aniversario. Bodegas Marqués de Riscal.
Elaborado con las uvas propias de la zona riojana: tempranillo, graciano y mazuelo, de viñedos de más de 30 años y con una crianza de 30 meses en barrica de roble y 3 años en botella antes de salir al mercado. 14% vol. D.O.C. Rioja.
Presenta en vista un bonito color picota de capa media y con menisco rubí. Lágrima fina. Limpio. En nariz y a copa parada apunta notas de chocolate, cueros y frutas negras, café, ligeros animales. En agitación apuntes de fruta roja, notas terrosas, elegantes tostados, notas balsámicas y apuntes de naranja sanguina. Canela, sutiles mentolados y notas especiadas. En boca muestra una buena acidez y excelente ataque. Taninos pulidos y a la vez golosos. Largo, sedoso, untuoso, con cuerpo y excelente estructura. Retronasal marcada por las notas olfativas. Realmente adictivo.
por elbaranda | Ene 9, 2013 | Reflexión, Vinos

La verdad es que siempre me ha llamado la atención cuando veía una película de romanos y el sacerdote sacrificaba una vaca para leerle las entrañas, o cuando un chamán leía los huesos que hacía girar en el suelo, o cuando el druida de turno leía los posos dejados en una marmita, y todos con el mismo fín: leer el futuro e influir en las decisiones que iban a tomar sus césares, reyes o jefes. Decisiones que marcarían el rumbo a tomar por la tribu.
Sí, vale, pensaréis que a elbaranda con las fiestas navideñas se le ha ido la pinza después de disfrutar con algún borgoña o cava o champagne o bobal o… ¡Pues no!, sólo establezco una sinonimia entre la influencia de los viejos brujos y los nuevos, y en el mundo del vino, entre los gurús con influencia planetaria (Parker, Martin, Robinson,…) y los druidas de tribu más reducida y local (Peñín, Proensa,…).
En todos los casos, aunque quizá el más llamativo haya sido Parker, sus opiniones y puntuaciones han marcado una clara influencia en el gusto final de los consumidores haciendo derivar sus gustos hacia vinos con unas determinadas características.
El problema viene cuando cambiamos de gurú y las doctrinas del nuevo aprendiz son totalmente opuestas a las indicadas por el maestro. ¿Desconierto, sentimiento de abandono, complejo de Edipo, una faro sin luz?.
En la actualidad la entrada en las redes sociales de comentarios sobre vinos y bodegas desarrolla una disgregación de la influencia y al final lo que acaba funcionando es más un boca a boca, o en todo caso, un copa a copa, porque ¿a quién no le gusta de vez en cuando, no digo jugar a ser Dios, pero sí hacer de aprendiz de brujo?.
por elbaranda | Dic 28, 2012 | Reflexión, Vinos

No, no pretendo hacer un post sobre la famosa frase el acto III de Hamlet, pero me ha venido a la cabeza después de tener una conversación con un buen amigo que, conociendo mi afición al mundo del vino, me preguntó: ¿qué prefieres Rioja o Ribera?. Y mi contestación sincera fue que «prefiero Rioja y Ribera, pero no todos los riojas ni todos los riberas».
Extrapolando la frase «Shakespeariana» al mundo de las barras de vinos de este país la pregunta sería muy parecida en gran parte de los establecimientos visitados cuando a la pregunta del camarero: ¿qué desea?, contestas que ¡un vino!. De las opciones de respuesta que nos referirá estoy seguro que un 90% quedarán reducidas a estas dos, independientemente de la zona del país en la que nos encontremos.
La verdad es que me he quedado con ganas de contestar a esta pregunta con un ¡sálga usted del armario… de vinos, hombre, que hay vida más allá de Río Grande!, pero siempre me ha parecido un tanto atrevido el entrar así de brusco en la vida íntima de las personas, aún en temas vinícolas.
Nos da miedo arriesgarnos a descubrir nuevas zonas, nuevas bodegas o nuevas castas y mantenemos un conservadurismo un tanto «cateto» que nos impide avanzar en el conocimiento -y en el disfrute- de algo tan nuestro como es el vino. Claro que estamos hablando de vinos «tintos», porque si en la ecuación introducimos los parámetros «blancos» o «cavas-espumosos» el resultado podría ser más que cateto, catastrófico, porque no hay más blanco que el de Rueda, ni más «champán» que el que tiene burbujas, puesto que a la mayoría de los mortales parece que les da pavor llamar a los vinos por su nombre, cava o espumoso, en el caso nacional.
Lamentablemente tenemos a nuestro alcance en casi todas partes zonas en las que se elaboran, no vinos, sino buenos vinos, y además, si esa es nuestra mayor preocupación, con muy buena relación calidad-precio, y aún así seguimos reduciendo nuestro mapa vinícola a dos zonas.
Comienza el año 2013 en unos días y surgirán los prósitos clásicos de todos los primeros de año: dejar de fumar, ir al gimasio, hablar inglés,… ¡Proponeos este año descubrir en estos 365 días que se avecinan al menos 10 nuevas zonas vinícolas de este país y luego ven y cuéntamelo!, pero por favor tened el valor de llevar el propósito a buen puerto ya qué es más facil conseguirlo que abandonar la nicotina o aprenderse los verbos irregulares del lenguaje sajón.
¿Qué necésitais ayuda y nos sabéis por dónde empezar?, sin problema, os dejo el 3er ranking independiente de vinos de menos de 10€ elaborado por el equipo de www.mileurismogourmet.com, LA GUIA para que luego no digáis que no recibís apoyo. Y de ahí ¡hasta el infinito y más alla!.
¡Feliz 2013!
por elbaranda | Nov 15, 2012 | Reflexión, Vinos
Buenos, pues con esta última reflexión cerramos el ciclo sobre el ansia cultural en torno al vino que se palpa en nuestro alrededor.
No todo va a ser comentar vinos, también es bueno reflejar sensaciones, como las que sentí hace unos días en varias catas.
La primera era una cata de iniciación a vinos de la Borgoña en la que nos presentaban dos blancos, uno aligoté y otro chardonnay, y tres tintos, pinot noir ¡faltaría plus!.
Mesa de cata preparada para 15, si no conté mal. Precio ajustado si tenemos en cuenta que a parte de los vinos había un lunch frío -posterior a la cata- y además la persona que impartía la presentación venía de fuera de Salamanca.
¡Panorama desolador!.
De las 15 personas que habían confirmado su asistencia -la cata era en el local de un buen distribuidor de Salamanca que ha abierto enoteca hace muy poco- sólo nos presentamos 10 personas, y de esas, 6 formamos parte de un grupo de cata -conocido en el bajo mundo enológico como «enolobby charro»-, del resto, dos acababan de abrir un restaurante, y los otros dos eran aficionados con ganas de descubrir qué había allende los Pirineos.
La segunda era la presentación por parte de un enólogo de sus nuevos vinos. ¡Lujazo!. Vinos de la Ribera del Duero con personalidad, alejados de los estándares al uso. ¡Media hora de retraso para ver si pasábamos de más de 4 personas!. Al final llegamos a nueve más el propietario de la enoteca.
Si a eso añadimos que a algunas personas a las que se les había comunicado la existencia de la cata y que asustados habían huído despavoridos después de comentarles el distribuidor que había que pagar por ello, llego a la triste y desoladora conclusión que el ampliar la cultura del vino al común de los mortales les importa realmente poco o nada.
¿Es por que estamos en provincias?, ¿tendrá algo que ver el estar asentados en el nucleo paleozoico dentro del olvidado oeste?, ¿pueden influir los genes de indivíduos descendientes de repobladores medievales?, ¿al común de los mortales que toman su chato todos los días -o casi- lo que quiere es seguir consumiendo su vino de toda la vida y que no le saquen de ahí ni le cuenten milongas de mencías, pinot noir, chardonnay, prieto picudo, rufete, juan garcía, …?
Hay veces que cuando leo los comentarios o las crónicas de aquellos que se acercan a otras zonas -les recomiendo la serie sobre Les Grand Jours en el blog de Borgovinsl – me crece la envidia malsana y la constante preguna de ¿por qué aquí no es posible? ¿o sí?
Ya se han leído el recorrido por les Grand Jour, bueno pues ahora, saliven conmigo.
Comentarios del personal